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Durante la época colonial el Cajón del Maipo era un mundo nómade, de pirquineros errantes en busca de vetas de plata, y de yerbateros que recorrían los cajones y quebradas para recoger plantas medicinales.
* En la Colonia
Durante la época colonial, el Cajón del Maipo fue una zona en la que pululaban los pirquineros en busca de metales preciosos, los yerbateros que examinaban la flora del valle y los montes para obtener infusiones y medicinas naturales, los huaqueros afanados tras algún ajuar incásico enterrado con piezas de oro y plata. También los baqueanos que escoltaban a viajeros que, por una u otra razón, cruzaban la montaña, y los arrieros que llevaban sus animales a los pastos siempre verdes de las vegas andinas.
Para llegar allí desde Santiago, se empalmaba con el Camino de Ñuñoa (actual Avenida Irarrázaval) hasta Puente Alto. Los pasos andinos de Las Pircas y Los Piuquenes fueron de uso frecuente en este período, pues —además de los arrieros— transitaban por ellos contrabandistas de la frontera. Entre los campesinos circulaban leyendas sobre los solitarios “hombres de las tierras altas”, que allá arriba soportaban ventiscas y nevadas, que debían vérselas con los pumas y que conocían los nidos de los cóndores. Gente, sin duda, de un mundo diferente al del valle.
En aquella época lo que más atraía del Cajón del Maipo eran sus minas de plata, siendo San Pedro de Nolasco la más renombrada. Se decía que las mejores de Chile estaban en esta latitud, lo que motivó incluso la llegada de aventureros de otros países.
La presencia del irlandés Ambrosio O’Higgins en el Virreinato del Perú significó una transformación para esta peculiar zona. Relevante actor del siglo XVIII, el gobernador y capitán general del Reino de Chile dictó medidas para incentivar la minería. El 16 de julio de 1792 fundó la villa de San José de Maipo, primer asentamiento histórico del Cajón del Maipo, con el deseo de que este enclave andino, con sus riquezas ocultas de plata, fuese una ayuda para España, que necesitaba los metales finos de América para luchar por su supremacía ante otras potencias europeas.
Era necesario crear un polo urbano para organizar la producción local de plata, pues ésta ya atraía a mineros que se instalaban sin ningún orden, y que moraban al interior del mineral de San Pedro en condiciones muy precarias. La villa fue establecida a sólo 25 kilómetros del mineral, para dar acogida a los trabajadores en un punto significativo donde confluían dos ríos. Este emplazamiento debió complacer mucho a O’Higgins por su clima, su verdor y la presencia de piedras, rasgos similares a los de su Irlanda natal.
Gran interesado en las comunicaciones trasandinas, el gobernador inició también la construcción de refugios en el valle del Yeso, y de puentes en el río Colorado y Vizcachas. Cuatro años después de su acción en el Maipo, la Corona lo nombró Virrey del Perú, con lo que terminó su permanencia en Chile. Se le confirió el título de Marqués de Osorno.
En el sector El Toyo destaca una gran casa de adobe que la tradición popular atribuye a la residencia del gobernador. Aunque no lo es, constituye un valor de interés patrimonial visible desde el camino, y un homenaje al emprendedor irlandés que intuyó las potencialidades productivas de este valle precordillerano.
La traza de San Jose
Fue Antonio Martínez de Matta —el gran apoyo técnico de Ambrosio O’Higgins— quien firmó los planos de San José de Maipo. La villa fue levantada en un llano no muy ancho, entre los cerros, los ríos Maipo y Colorado, y el estero Cabeza de Ternera (actual San Alfonso). Martínez de Matta modificó la cuadrícula clásica colonial, creando una planta rectangular, paralela al río Maipo, con cuatro calles de este a oeste y nueve de norte a sur, sumando así 27 manzanas.
El acta de fundación firmada por el gobernador O’Higgins ordenó el trazado de plaza, calles, iglesia, ayuntamiento y cárcel, así como la repartición de sitios y solares a quienes los solicitaran. En el entorno de la plaza se construyeron, como es tradición, los edificios de mayor relevancia (iglesia, casa parroquial, casa consistorial, aduana y escuela mixta, varios de ellos hoy monumentos nacionales), que dieron forma a un centro histórico de tres manzanas de ancho por nueve de largo.
* El paso de los patriotas
Los pasos cordilleranos del Cajón del Maipo fueron muy importantes durante el proceso de Independencia. En los días de la Patria Vieja, fue Manuel Rodríguez quien los utilizó, especialmente Las Pircas —que habría sido el mítico “Paso del Fraile”— y Los Piuquenes. Por este último atravesó la cordillera en su célebre aventura del cepo, cuando, perseguido por los realistas, simuló estar ebrio e hizo que un policía lo pusiera en el cepo, para así pasar desapercibido.
Otro acontecimiento del período fue el paso de una columna del Ejército Libertador, compuesta por 55 hombres y a cargo del capitán José León Lemos, por el Portillo de Piuquenes, lo que fue una maniobra distractiva que ayudó a derrotar a las fuerzas realistas que estaban vivaqueando en San Gabriel. El lugar había sido bien escogido: San Gabriel está junto al Maipo y cerca de su confluencia con el río Yeso, por lo que era desde siempre un punto de control estratégico.
Por Los Piuquenes regresó a Argentina el general José de San Martín una vez terminadas las batallas de la Independencia, en el viaje que puso fin a su trayectoria militar.
La visita de Charles Darwin y otros viajeros
La travesía por América del naturalista Charles Darwin fue la experiencia clave que le permitió elaborar su teoría sobre la evolución de las especies. Entre 1832 y 1835 recorrió diversas zonas de Chile. El espectáculo de un terremoto en Concepción y el hallazgo de fósiles marinos en las alturas andinas le causaron una enorme impresión.
En su diario incluye su relato del viaje que hizo desde Santiago hacia el Cajón del Maipo, para cruzar la cordillera por el paso Piuquenes. Sorprenden sus habilidades de cronista: “El valle, en el punto donde se interna por la primera Cordillera, está flanqueado por ambos lados por grandes montañas desnudas. Aunque no es ancho, es muy fértil. Numerosas casas están rodeadas de villas y por plantaciones de manzanos, nectarines y duraznos. Las ramas se caían con el peso de la hermosa fruta madura. Al atardecer pasamos la Aduana, donde se examinó nuestro equipaje”. Le causó una buena impresión el rigor con que los empleados cumplían sus labores, y también la gentileza con que lo trataron después de que exhibiera un salvoconducto firmado por el propio Presidente de la República, Joaquín Prieto, en el que se lo autorizaba para investigar.
* El ferrocarril del Maipo
A fines del siglo XIX se dio un paso decisivo para concluir con el aislamiento del Cajón del Maipo, factor que dificultaba su total desarrollo. Desde hacía un tiempo se pensaba en conectar la zona con Santiago a través de un ferrocarril, proyecto que ya había sido planteado en el libro A través de los Andes, de Benjamín Vicuña Mackenna, quien fue uno de los primeros en plantear la necesidad de una vía férrea, con una primera etapa que debía llegar hasta Las Juntas, cerca de El Volcán, como efectivamente se hizo más tarde.
Varios ingenieros, como Alberto Lira Orrego, Domingo Víctor Santa María, Omer Huet y Boleslao Kulczewski, además del general Jorge Boonen Rivera, desarrollaron estudios para construir el ferrocarril. Pero el hombre decisivo fue Alberto Mackenna Subercaseaux, sobrino de Benjamín, ex alcalde de Santiago y socio de la mina de cobre Las Merceditas, por entonces la más grande del sector. Minero, agricultor y filántropo, Mackenna Subercaseaux ejerció gran influencia en los destinos del Cajón del Maipo, hasta su muerte en 1952. En ocasión del Centenario de Chile, en 1910, dio a conocer los beneficios que presentaría el ferrocarril que uniría Puente Alto con el Volcán.
Sería el italiano Félix Corte, cónsul en Valparaíso y autor de varios tendidos férreos a lo largo del país (como el Canal Allipén, que benefició 25 mil hectáreas en el sur), quien tendría el mérito de llevar a término esta obra.
El recorrido de 60 kilómetros tuvo nueve estaciones. La construcción, que costó nada menos que la suma de $ 2.335.630 pesos de oro, fue una proeza de la ingeniería por lo rocoso y escarpado del territorio. Destacan especialmente el largo puente sobre el río Colorado, hermosa obra de arcos de medio punto en mampostería de ladrillo, y el túnel Tinoco con sus 600 metros tallados en la roca, otro monumento nacional.
Entre 1896 y 1910 se construyeron los primeros 12 kilómetros, de Puente Alto hasta El Canelo. El tramo inicial a El Canelo, en el kilómetro 13, se inauguró en 1910. Al año siguiente se sumó El Melocotón, kilómetro 35, y, en 1914, El Volcán en el kilómetro 60. La administración fue encargada al Batallón Ferrocarrilero del Ejército, por su rol estratégico en un eventual conflicto con Argentina. La maestranza se instaló en Puente Alto.
El pintoresco tren, de estilo europeo y trocha angosta —60 centímetros de ancho—, subía la montaña a 25 kilómetros por hora, cargado de equipos y vituallas3. En su descenso volvía con minerales de las minas que, gracias a su presencia, se habían reactivado tras haber sido abandonadas por años.
Según el historiador Leopoldo Castedo, el mejor panorama de Santiago consistía en comprar unas vituallas y convertirse en pasajero desde la Plaza Italia a Puente Alto, y de ahí subir a El Volcán, cómodamente sentado y gozando de uno de los paisajes más maravillosos del mundo: el ingreso a la Cordillera de los Andes. Locomotoras alemanas, pequeñas y de marca Koppel, avanzaban delante del convoy sosteniendo la tracción de los pesados vagones de carga, y de los angostos de madera —de 1a y 3a clase— donde iban los pasajeros. En ocasiones, por lo abrupto de las pendientes, una locomotora iba detrás, empujando sin estar enganchada. Para los pasajeros frecuentes el tren era una gran solución, porque apenas un carruaje diario, y más tarde una micro al día, eran la alternativa para transportarse.
Por varias décadas el llamado Ferrocarril Militar sostuvo su operación mediante el uso que le daba la minería, y mantuvo así su encanto entre los usuarios, pero comenzó a ser desplazado por buses y automóviles a lo largo del siglo. En 1980 corría en forma parcial. En 1985 se levantó el tendido casi por completo. Varios equipos y piezas fueron conservados, entre ellos un coche de pasajeros que fue instalado, con sus colores originales, en la plaza de San Jose
El pintoresco Ferrocarril Militar fue declarado monumento histórico el año 1991, así como todas sus estaciones y otras construcciones del sistema. La estación más importante es la de San José de Maipo, reciclada como Biblioteca Municipal y Salón Cultural.
* 1958: El terremoto “presidencial”
Tres terremotos en sólo seis minutos estremecieron las tierras del Cajón del Maipo el 4 de septiembre de 1958, el mismo día en que se estaba eligiendo al nuevo presidente de Chile. Minutos antes de las seis de la tarde Las Melosas, San Alfonso, San Gabriel, Los Queltehues y El Volcán fueron remecidos por un violento sismo repartido en tres sacudones, y que marcó una intensidad de 7 grados en la escala de Richter.
Los vocales de mesa, en ese momento, estaban con los votos abiertos sobre las mesas de los locales de votación, e iban “cantando” las marcas que favorecían a Luis Bossay, Eduardo Frei, Salvador Allende, Jorge Alessandri o Antonio Zamorano.
Afortunadamente los tres terremotos — ocurridos a las 17:51, 17:52 y 17:57— no llegaron sin aviso, pues en las semanas anteriores una seguidilla de temblores había provocado derrumbes en El Volcán, destrozando incluso el refugio de Carabineros en Las Melosas y parte de la infraestructura de dos plantas hidroeléctricas. Todo ello había impulsado la evacuación de los lugareños, por lo que no estaban en sus casas.
El epicentro tuvo lugar en la confluencia de los ríos Maipo y Volcán. Por desgracia, las lluvias primaverales y la nieve caída habían ablandado los cerros, de modo que se produjeron muchos derrumbes que dejaron cuatro muertos y cuatrocientos damnificados. Si las hidroeléctricas de Los Queltehues y El Volcán ya estaban en mal estado debido a los temblores, el terremoto del 4 de septiembre agravó los daños, pues afectó también a la hidroeléctrica Maitenes. Esto trajo como consecuencia un desabastecimiento eléctrico en toda la capital, en medio del tenso momento político electoral.
El acueducto de Laguna Negra también sufrió daños por los derrumbes en un tramo de 25 kilómetros, con lo que la mayoría de los santiaguinos quedó, además, sin acceso a agua potable.
El camino que une San Alfonso con San Gabriel resultó dividido por las rocas caídas de los cerros, y sólo con helicópteros de la Fuerza Aérea y camiones del Ejército se pudo ir al rescate de los damnificados.
En el Cajón del Maipo los mayores daños los sufrió la mina Merceditas, y su planta de flotación de cobre debió paralizar las faenas. Los mineros regresaron tres o cuatro meses después, con la esperanza de retomar el trabajo. Esto se logró por un par de años, gracias a un crédito otorgado por la Empresa Nacional de Minería (ENAMI), pero a principios de los años 60 las vetas de la mina perdieron ancho y, finalmente, ésta cerró.
Con este terremoto terminó una rica historia de familias que forjaron su existencia en torno a las minas del lugar: para ellas,1958 marcaba el fin de una época de esplendor y el comienzo de la condición de “pueblo fantasma” de El Volcán.
* La tragedia aérea de 1965
Otro episodio trágico que marcó la historia del Cajón del Maipo fue el accidente aéreo del 6 de febrero de 1965. Poco después de las 8 de la mañana despegaba en Los Cerrillos el avión DC-6B-404 —vuelo 107— con destino a Montevideo, vía Buenos Aires. No alcanzó a pasar media hora cuando, por motivos que hasta hoy se desconocen, el piloto Mario Bustamante equivocó el camino del vuelo. Este error costó 88 vidas. El vuelo 107 se estrelló cerca de las 8:30 en el cerro Catedral, en el sector de Lo Valdés.
Jorge Gómez, miembro del Cuerpo de Bomberos de Quilicura, fue el primer hombre en llegar al sitio. “La primera impresión fue muy violenta. Era una verdadera carnicería. No había nada, sólo papeles volando. Los cuerpos estaban repartidos”, dijo Gómez en una entrevista, evocando el silencio sobrecogedor que había en el lugar.
Entre las víctimas había chilenos, argentinos, peruanos, uruguayos, estadounidenses, italianos, alemanes, soviéticos y checos. El presidente Eduardo Frei Montalva asistió al funeral encabezado por el Cardenal Arzobispo de Santiago, monseñor Raúl Silva Henríquez.
Esta tragedia aérea ocurrida en el Cajón del Maipo motivó una reformulación de las condiciones de trabajo en la aviación chilena, y también de los instructivos para Carabineros de Chile en cuanto al control de los excursionistas y andinistas que se internan en los cerros de la zona.
* Atentado contra el general Augusto Pinochet
Un angosto camino vehicular de montaña era paso obligado para el general Augusto Pinochet en sus idas y venidas entre Santiago y la casa que poseía en el Cajón del Maipo, ubicada cerca de El Melocotón. En la cuesta Las Achupallas, no lejos de la capital —hacia donde se dirigía en un auto blindado—, lo emboscó un comando del Frente Patriótico Manuel Rodríguez en septiembre de 1986, con la intención de matarlo. Cierto punto donde el camino pasa entre un barranco y el cerro en que se parapetaron los atacantes fue el lugar cuidadosamente elegido, pero el intento fracasó. A resultas del fuego cruzado fallecieron cinco escoltas del militar. Un monumento conmemora a los caídos en el suceso.
* El aluvión de 1987
Naturaleza contra naturaleza. Antes de 1987, el sector de Alfalfal era un verdadero imán para quienes buscaban un momento de relajo al aire libre. Metros más arriba de Confluencia, en un lugar donde se unían el río Olivares y el Colorado, se encontraban los baños termales de Salinillas. Las aguas temperadas de este lugar tenían una dosis de radioactividad natural perfecta para los excursionistas. Quienes tuvieron la oportunidad de bañarse en esas termas las describen como un verde oasis en medio de las montañas. Salinillas se rodeaba de un bosque frondoso y altos cerros que no permitían la entrada del viento. A su lado se veía pasar con fuerza las frías aguas del Colorado.
Para llegar a las tibias aguas medicinales se debía atravesar un grandioso cañón de rocas y cascadas a lomo de mula, a caballo o a pie. Hasta que el 29 de noviembre de 1987 se desprendió un pedazo de cerro que impactó el valle en los orígenes del estero Parraguirre, afluente del río Colorado, y en el pie del glaciar, provocando así un aluvión. Las rocas y desechos fueron trasladados por la fuerte corriente del Colorado hasta el río Maipo, llegando incluso hasta San Antonio. En su paso, el aluvión se llevó más de treinta vidas.
Un campamento del proyecto de la Central Hidroeléctrica Alfalfal fue destruido. Las pérdidas económicas se estimaron en US$ 30 millones (en moneda actual).
Donde existían los baños de Salinillas sólo se ven hoy unos olivillos cubiertos de polvo. Ocultos quedaron los recordados manantiales. Fue una pérdida notable para las familias que acostumbraban pasar ahí sus veraneos.